5 mar 2007

MUJER E ISLAM: 7 PREGUNTAS

Introducción o justificación de una elección

“A quienes sugeríamos un tratamiento a fondo de la cuestión del integrismo y una indagación acerca de su posible presencia en España, se nos respondía con los habituales tópicos acerca de los prejuicios antimusulmanes o sobre el carácter pacífico y tolerante del islam. Tales alegaciones se veían además respaldadas por islamólogos aquejados del síndrome de Estocolmo después del 11-S, caso del norteamericano John L. Esposito, que desde el ángulo de la fraternidad entre las religiones convierten el arsenal de guerra ideológico del islamismo militante en entrañables reflexiones de signo humanista (véanse sus 94 preguntas sobre el islam, recién publicadas por Alianza).”[1]

Esta cita del País ha sido uno de los motivos que nos animó a leer por primera vez este libro, a primera vista y conociendo la trayectoria del Profesor John L. Esposito, no deberían de serle extraños este tipo de ataques, aunque no por ello dejarían de significar una decepción para quien hizo del acercamiento y tender puentes su labor principal, luchando contra los tópicos, los odios y la ignorancia.

La masacre del 11-M cuyo Juicio comenzó en estos días ha devuelto a la escena periodística todo tipo de reportajes, editoriales y actos que rememoran la masacre cometida en Madrid, y con ello se hace necesario de nuevo recomendar el libro del Profesor John L. Esposito[2] para contrarrestar la oleada de fobias camufladas en opiniones como las que se cita aquí de Antonio Elorza.

Independientemente de que este tipo de libros se han de recomendar siempre, y de hecho lo hacemos, los que seguimos los pasos de profesores como nuestro autor, y nos toca abordar a diario la mediación intercultural, en estos días parece hacerse necesario apelar a la serenidad y el entendimiento que propugnan sus escritos.

Se sabe que hay intereses políticos electoralistas en juego que enturbian la labor de entendimiento entre “islam” y “occidente” poniendo el énfasis en el fanatismo y la visceralidad, en el desprecio y la sinrazón; pero lejos de desanimarnos allí hay que buscar la motivación para que el mensaje de paz y convivencia prevalezca y no los trasnochados discursos del enfrentamiento, el odio y el choque de culturas.

La obra del Profesor J. L. Esposito persigue este noble objetivo y es apreciada por su seriedad académica y rigor científico por todos sus conocedores, más allá de todo tipo de baratas filias, “síndromes” de ningún tipo o toma de bando alguno.

Abordar este libro en su totalidad desbordaría las limitaciones obvias de este trabajo, de allí que hemos decidido escoger parte de un solo apartado “Costumbres y cultura” para poder abordarla con la merecida dedicación.

Movidos por escoger el más acuciante de los temas tanto para musulmanes como para los que no lo son, en su convivencia diaria, nos hemos inclinado por escoger “la Mujer”, por ser este un punto álgido en la convivencia diaria.

El Islam y su esquema de valores

Se hace necesaria preliminarmente una panorámica de la aportación islámica a la sociedad que lo vio nacer para saber a que atenerse cuando vayamos contestando junto al autor a las importantes preguntas planteadas.

En la actualidad el islam se encuentra en la encrucijada cara a occidente especialmente por su esquema de valores, y por ser este motivo de una amalgama de contradictorias percepciones e interpretaciones que no cesan de bombardear al ciudadano medio en todos los medios de comunicación, bien por intereses implícitos o declarados o por mero desinterés y desconocimiento. Hagamos nuestra esta pregunta:

“¿Como encontrarse entre el Islam tolerante y fanático, misógino y liberador de la mujer, racional y oscurantista, democrático y totalitario, tradicional y revolucionario? Si el Islam parece tan contradictorio es porque está llevando acabo un compromiso entre un nuevo proyecto de sociedad y los valores tradicionales de la cultura árabe”[3]

Estas son del tipo de preguntas que nos hacemos al encontrarnos ante el Islam desde una mentalidad ajena al mismo y no es suficiente pregonar que todo está en el Corán cuando nuestro oyente no es creyente de esta fe. Hay que explicar, aunque parezca obvio, que el Islam ha desarrollado en brillantes épocas de su historia tendencias innovadoras al igual que en su repliegue y periodos de crisis aparecen sus valores mas conservadores, ambas facetas interpretando el mismo corpus del Corán y la Sunna[i]. De allí la obviedad que menos se tiene en cuenta de que el islam también encuadra tanto su tradición como su modernidad.

Es de justicia partir de un reconocimiento irrefutable sobre la aportación del islam a la sociedad previa en la que apareció para tener una idea de lo revolucionario que han sido sus valores y lo profundo de sus reformas sin dejar de conservar lazos indiscutibles con dicha sociedad. (ver: Xavière Remacle.[4]).

Metodología:

Pretendemos acercarnos a cada uno de los textos escogidos en tres etapas metodológicas:

1) Una exposición resumida de la misma manifestación cultural en nuestra sociedad occidental (no islámica) en pro de una superación de nuestra identidad en cuanto a costumbre, cultura y/o esquema referencial.
2) La inmersión en lo que nos propone John L Esposito en cada una de las respuestas que da el Islam y/o los musulmanes ante dichas manifestaciones sociales.
3) Una escueta propuesta negociada como posible acercamiento o puesta en común de ambas actitudes ante una misma realidad vivida por no musulmanes y musulmanes en este nuestro país.

1) ¿Porqué el islam separa hombres y mujeres?

O ¿Es el Islam realmente el que separa hombres y mujeres? La segregación de los géneros, como sociológicamente se reconoce, no es feudo de ninguna cultura en particular, ni se conoce sociedad alguna que pueda presumir de haberla superado. El patriarcado, como responsable directo de dicha lacra, atraviesa la historia humana desde las tempranas edades de la Esclavitud hasta nuestros tiempos posmodernos del Neocapitalismo o Capitalismo salvaje.

Nuestra sociedad misma es presa de estrategias de expropiación masculina del espacio, o los espacios, tanto públicos como privados, incluyendo los de producción como de reproducción. De hecho, y partiendo de postulados meramente antisexistas y no feministas, una de las principales batallas pendientes que tenemos es la de intentar comprender cómo funciona la sociedad y cómo podemos organizar de mejor manera nuestra convivencia en este terreno.

“En el mundo moderno de la globalización, en el que con frecuencia se necesitan dos salarios para sostener una familia, cada vez son más las mujeres que acceden al mercado laboral y derriban los conceptos tradicionales de espacio y género”[5]

En esta cita, el autor nos da la clave principal del cambio que las sociedades en general experimentan en su conquista de los espacios comunes por la igualdad entre géneros. Añadir, desde otro ángulo; en la sociedad rural marroquí, por ejemplo, la segregación genérica en el espacio es muchísimo más reducida que en las urbes, y ello es debido a las mismas razones económico sociales a las que alude el Profesor Esposito ya que la mujer en el campo asume más del 65 % de las labores diarias del núcleo familiar.

Las posturas finales en el texto de J. L. Esposito podrían resumirse en dos polos opuestos que sin dejar de basarse en el mismo corpus referencial - Corán y Sunna - son autoexcluyentes y solo se reconocen al oponerse:

“En los últimos años, los líderes musulmanes más ultra conservadores o fundamentalistas, en ocasiones influenciados y apoyados por los wahhabíes[ii] (…), han sostenido que los versos dirigidos a las esposas del Profeta son aplicables a todas las mujeres musulmanas, de las que se espera que emulen la conducta de las esposas de Mahoma.”[6]

A caso ¿los que predican esto emulan al Profeta en su aprecio hacia la mujer, o en su vida humildad, sencillez y cercanía entre gobernador y pueblo?

El otro polo son las mismas mujeres apoyadas por la tradición adecuadamente entendida e interpretada y por el futuro que juega a su favor:

“De hecho las mujeres han llegado a ocupar el puesto de primer ministro o la presidencia de varios países musulmanes como Pakistán, Bangladesh, Turquía e Indonesia.”[7]

2) ¿Son las mujeres del islam ciudadanas de segunda clase?

El Profesor pone el énfasis en las manifestaciones directas del tópico que encierra la pregunta/título “la opresión de las mujeres…desde el vestir hasta el divorcio”, para, acto seguido, ponerlo en entredicho recordando al lector a qué sociedad se tuvo que enfrentar el mensaje islámico que, ahora con mucha ligereza, algunos tachan de involución. Le recuerda “el infanticidio femenino”, “el estatuto de la mujer como propiedad”, “la capacidad legal”, “la dote”, “el derecho a la propiedad” y al “apellido propio”. En pocas palabras pone al lector ante sí mismo para, sino lo supiera ya, que investigara si en su cultura tan “diferente” a la islámica, cuanto tiempo hace que la mujer ha conquistado estos y semejantes derechos que hoy en día nos parecen tan obvios.

Merece un detenimiento la elección del texto coránico que, acto seguido, inserta magistralmente el Profesor; veamos: las Sura[iii]: Áya[iv]: (51:49; 30:21; 3:195; 2:127 y 9:71-72), lo que denota un conocimiento profundo de las formulas de acercamiento al Sagrado Corán al terminar su elección con la Áya definitiva y definitoria de la relación hombre mujer en el Islam.

Aunque el argumento anterior sea de peso la polémica de reformistas y tradicionalistas es inevitable en forma de Sura An-Nisá’ (las Mujeres) Áya 34, veámosla como reza en dos posibles traducciones; la utilizada por Jorge Braga Riera traductor de este libro primero y la de Muhámmad Asad y Abdurrasak Pérez[8]:

1º- “Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Dios ha dado a unos más que a otros y de los bienes que gastan [en la manutención de la mujere]”

2º- “LOS HOMBRES son responsables del cuidado de las mujeres en virtud de lo que Dios les ha concedido en mayor abundancia a ellos que a ellas, y de lo que ellos gastan de sus bienes.”

Nuestra intención no es comparar si el “qawwámúna[v]” árabe se acerca a “tener autoridad” o “ser responsable”, porque efectivamente “los musulmanes que abogan por una interpretación literal del Corán” o nominalistas abogan por la “autoridad” justificada en el proceso biológico de la reproducción. Justificación, de la carencia por virtud, de la cual prescinden al hablar del “testimonio desigual” olvidando la posible profesionalidad.

Se olvidan nuestros “pragmáticos” tradicionalistas parece ser del ejemplo muhammadiano con las mujeres a quienes nunca trató más que como iguales siendo quienes él: el Profeta o el maná de esta sacra tradición. Pues, acto seguido nos pasa a comentar dicho extremo John L. Esposito en el siguiente apartado.

3) ¿Qué papel desempeñaron las mujeres en los primeros tiempos del islam?

No puede haber mejor introducción para este tema que la escogida por el Profesor Esposito, es decir; Jadíÿa la esposa del Profeta, puesto que ella sola representa gran parte de los cambios prácticos que va a conocer la situación de la mujer en la nueva sociedad islámica. Jadíÿa no solo fue el primer ser humano que aceptó el Islam como religión; lo cual de por sí tiene la máxima importancia, sino que ella fue la que le convenció a Muhammad que lo que le pasaba ni era locura ni una inspiración maligna, con ello pasa a ser el artífice principal de la fe musulmana.

Jadíÿa bintu Juwaylid fue empresaria y contrató a sus servicios a Al-amín[vi], ella le propuso matrimonio, pero no ha sido la única innovadora en el Islam, otras mujeres no fueron menos en sus terrenos; Asmá’ bintu de Abí Bakr fue la primera fidá’iyya[vii] del Islam, y la primera Shahída[viii] Sumayya bintu Jabbát, la primera enfermera Rafí’a bintu Sa’d , la primera Jueza Fátima bintu As’ad, y ‘Áïsha bintu Abí Bakr superaba a todos los recopiladores del Hadíz[ix] y los estudiosos de la genealogía árabe, …etc. Entre otras son ejemplo de una sociedad que no solo buscaba la igualdad sino que la mujer supere el estatus fijado hasta entonces por distintas civilizaciones y naciones vecinas.

En este apartado “El islam 94 preguntas básicas”, evitando la repetición, no profundiza en los problemas que tuvieron las primeras mujeres del Islam para conseguir y defender estos logros ante una sociedad que, aún sometiéndose a los dictámenes de Al-láh y su Profeta, no le faltaban detractores y “Munáfiqún[x]”incesantes en su intento de perpetuar su supremacía “ÿahilí[xi]” masculina de la que tuvieron que desistir por imposición del Corán y de la Sunna.

Generalmente se puede distinguir a la época “makkíya[xii]” de la medinense en cuanto a que la primera destaca por predominar un ambiente de concordia y unidad entre las y los musulmanes hasta en el espinoso tema de la igualdad de genero; mientras que en la segunda etapa dicha relación se vio afectada por el hecho migratorio y hasta cierto punto contrariada por la diversidad cultural que empezó a requerirle al discurso islámico una coherencia y un equilibrio de difícil consecución.

La importancia de abordar este apartado por John Esposito en su libro viene justificada tanto por el planteamiento general de la obra como desde su mismo Prólogo; como es bien sabido los “Salafiyyún[xiii][9] plantean la vuelta a los orígenes como solución a los retos actuales de la sociedad islámica. Pues el Profesor esta exponiendo una lectura veraz y lícita de esos mismos orígenes que choca frontalmente con lo que pretenden los ultra conservadores en esos mismos lugares en que sucedieron esos acontecimientos en vida de Muhammad.

Viene bien tenerlo en cuenta ya que el planteamiento en los sucesivos apartados va a tener que ver con postulados y posicionamientos de estas corrientes tan minoritarias como poderosas dentro del mundo musulmán. El velo, el trabajo de la mujer, conducir vehículos, la poliginia, casarse con no musulmanes, violencia domestica, divorcio, baile, música, son preocupantes posicionamientos que forman parte del ideario extremista, avivando los tópicos que se asocian en occidente a todo el islam. Veamos solo algunos de esos apartados.

4) ¿Por qué las mujeres musulmanas se cubren el rostro y llevan vestidos largos?

De todas las costumbres esta es la que más destaca por su visibilidad y por ende la que suscita más polémica en occidente y por supuesto no deja lugar a la indiferencia. Hay que subrayar preliminarmente que es una de las costumbres adoptadas por el Islam de tradición persa y romana propia de sus clases acomodadas como distintivo de nobleza más que de género. En la ciencia que justifica la llegada de las Áyat de la Revelación se nombra las actitudes irreverentes de algunos árabes que igual entran sin permiso a la casa del Profeta que le plantean un “intercambio de parejas” propio de algunas culturas beduinas; motivando con ello:

“Di a los creyentes que bajen la mirada y guarden su castidad: esto conviene más a la pureza, ciertamente, Dios está bien informado de lo que hacen. Y di a las creyentes que bajen la mirada y que guarden su castidad y no muestren sus atractivos sino lo que de ellos sea aparente; así pues, que se cubran el escote con el velo,…”[10]

A tener en cuenta que la Áya se dirige a los hombres en primer lugar para resaltar la importancia del recato, el respeto y la devoción para ambos géneros por igual. Visto de esta manera los defensores actuales del “hiÿáb[xiv]” lo encuentran liberador de la obsesión por el físico favoreciendo la espiritualidad y la valoración de la mujer como ser humano y no un mero objeto sexual. No así sus detractores que consideran el velo como un atentado y violación de la libertad y el individualismo, producto de una arcaica tradición carcelaria y misógina impuesta por el hombre a la mujer.

Las actuales “muhtaÿibát[xv]” se resisten a que considere su elección fruto de la opresión, el sometimiento, la imposición, o símbolo de conformidad y confinamiento; ellas a su vez consideran la situación de la mujer en occidente de explotación, sin libertad de elegir, sometida a modelos machistas de ropas incómodas que las hace un objeto sexual de publicidad y consumo. Ante todo ello su alternativa va abriendo camino con modelos recatados pero novedosos, variados y de diseño:

“De hecho, el diseño de los vestidos musulmanes actuales se ha convertido en un negocio floreciente. Algunas mujeres han abierto incluso empresas especializadas en el diseño y promoción de modelos recatados y novedosos que ofrecen una amplia gama de prendas de corte amplio y velos a juego.”[11]

Razón no le falta a las mujeres que exigen igualdad de trato y rechazan los prejuicios, el hecho de llevar velo o vestir con recato por decisión propia se ha de respetar, por igual que, en países que lo impongan han de respetar quienes decidan no llevarlo. De hecho las experiencias persecutorias al velo se han demostrado contraproducentes convirtiéndolo en símbolo de protesta y de orgullo contra la intolerancia y la globalización imperialista:

“La mujer musulmana alude con frecuencia a lo que simboliza el hijab: devoción religiosa, disciplina, reflexión, respeto, libertad y modernidad pero, con demasiada frecuencia, nadie les pregunta lo que el velo significa para ellas.”[12]

5) ¿Pueden tener más de una esposa los hombres musulmanes?

Aclaremos; poligamia (dícese del que sucesivamente tuviera varias mujeres)[13] y poliginia (régimen social en el que el macho reúne un harén de hembras)[14], el matiz “sucesivamente” es fundamental ya que nos remetería a uno u otro precepto; el lícito basado en el divorcio o el controvertido de reunir varias esposas a la vez. Este se puede considerar el prejuicio más generalizado sobre el Islam; puede que la causa sea la novedad del divorcio en nuestro país junto con la ancestral costumbre de concubinaje y relaciones extraconyugales, quizás. Pero veamos la legalidad de este precepto según el Corán:

“Y si teméis no ser equitativos con los huérfanos, casaos con [otras] mujeres que os sean lícitas: dos, tres o cuatro. Pero si teméis no ser capaces de tratarlas con equidad, entonces [sólo] una ...(3)”[15]

“Y no seréis capaces de tratar a vuestras mujeres con ecuanimidad, por mucho que lo deseéis …(129)”[16]

Por ello se impone una restricción moral a este tipo de matrimonio y afirma John Esposito que de hecho muchas naciones islámicas modernas han prohibido la poliginia, y la casi totalidad de sus matrimonios son monógamos. Por lo cual este tipo de matrimonio semita va cayendo en desuso y terminará como el desaparecido “Zawáÿ al-mut’a”[xvi].

Por más que les sienta mal a los adinerados gobernantes que siguen agarrándose a tales prácticas, el Sagrado Corán lo dejó claro y el día a día de los musulmanes lo corrobora, con las dificultades que padecen las familias para mantener un hogar como para mantener de dos a cuatro.

6) ¿Qué tiene que decir el islam sobre la violencia domestica?

Entre los musulmanes al igual que en el resto del mundo la lacra de la violencia domestica existe al igual que los movimientos de base y organizaciones de mujeres que luchan contra los malos tratos en el seno de la familia con todo tipo de armas desde la denuncia hasta la educación.

El Islam contempla entre ambos sexos una relación de concordia, amabilidad, amor y, sobre todo se opone a la injusticia y la crueldad:

“…Y convivid con vuestras esposas en forma honorable; pues si os desagradan, puede ser que os desagrade algo que Dios vaya a hacer fuente de mucho bien.”[17]

Pero aún siendo tan claro el mensaje coránico algunos hombres le buscan justificación religiosa a esta ignominia basándose esencialmente en una interpretación torticera que es agravada por unos medios que la aprovechan para atacar el Islam; recordemos aquí la polémica del Imám de Fuengirola[18] intentando licitar un “maltrato de índole psicológico-moral”. La Áya referida es la (4:34) y de la cual la traducción a la que nos inclinamos es la de Abdelmu'min Áya donde la palabra castellana “pegar” no ha lugar:

“Y en relación a aquéllas de las que tengáis prueba de su hostilidad, hacedlas entrar en razón [discutid con calma la cuestión], evitadlas [abandonad su intimidad], e imprimid en ellas la necesidad de un cambio”[19]

Además y si es que la Áya albergase varios sentidos, el Islam acostumbra recurrir a la Sunna del Profeta, la cual nos confirma que el mismo nunca maltrató a nadie, al contrario cumplió con el precepto coránico de amonestar a los que lo hiciesen. Estas son los sólidos argumentos contra la improcedencia de la violencia domestica en el Islam:

1. Filológico: El significado raíz del verbo es ‘dar una llamada de atención’ (Academia de Jurisprudencia Islámica Española y Abdallah Bartoll).
2. De la sunna: El Profeta jamás pegó a una mujer (Omar Ribelles).
3. De la exégesis textual: El contexto del pasaje no es el de una riña matrimonial, así que la defensa de daraba como “pegar” -en frío- nos situaría en el grado de la perversión mental (Abdelmu'min Aya).
4. Del sentido común: Pegar a la propia esposa es causarse daño a sí mismo (Abdelkarim Jattib).
5. Del fiqh[xvii]: Golpear ‘con una brizna de paja’ es sólo un símbolo que deja sin efectividad una aya bajada sólo para el Profeta (Abderrahmán Muhámmad Maanán).
6. De la sensibilidad islámica: Toda agresión es kufr[xviii] (Sidi Hayyami).
7. De la praxis islámica: Las legislaciones de los países árabes recogen los malos tratos maritales como causa de divorcio (Jadiya Candela).[20]

7) ¿Cómo se trata el divorcio en el islam?

Para el judaísmo, a pesar de destacar la santidad del matrimonio, siempre se contempló la posibilidad del repudio como una situación muy triste pero permitida al hombre:

“Si un hombre se casa con una mujer que le resulta desagradable porque encuentra algo indecente en ella, y él le firma un certificado de divorcio, se lo da y la echa de su casa,”[21]

Para el cristianismo, reza el Evangelio:

“Pero yo os digo que cualquiera que divorcia a su esposa [repudia], excepto por infidelidad matrimonial, la convierte en adúltera, y cualquiera que se case con una mujer divorciada comete adulterio.”[22]

Pero últimamente se reconoce que distintos padres de la iglesia –orientales, griegos e incluso occidentales– reconsideran que durante los cinco primeros siglos de historia del cristianismo que el divorcio era lícito en ciertas situaciones.

En el Corán se establece un decálogo de actuaciones graduales, en caso de desentendimiento entre los cónyuges, que podría, preferiblemente, desembocar en una conciliación o en el peor de los “halál[k]l” para Al-láh, una separación, pero justa: “at-taláq[l]”, no el repudio propio de la “ÿáhiliyya”(ver ÿáhili). La diferencia consiste en garantizar a la mujer una serie de sacros derechos plasmados en una Súra y resumidos en una Áya:

“Retenedlas [a las esposas] decorosamente o dejarlas ir en forma honorable”[1]

El proceso contempla la irrevocabilidad sólo, agotada toda vía para la reconciliación, a través de un pronunciamiento explicito por tres veces en tres meses; el mismo tiempo necesario para que se sepa si media embarazo por garantizar la manutención de madre e hij@. Esas son las claras reglas que algunos intentan burlar, acortando el periodo de espera, expulsando la divorciada de su hogar o dejando de pagar la manutención.

Algunos países islámicos instauraron entonces una mezcla de Leyes divinas “sharí’a[m]”y humanas (ámbito judicial) en un intento de garantizar el cumplimiento de las obligaciones luchando contra los privilegios que el patriarcado confiere a los hombres. Dice John L Esposito:

“Éste es un ejemplo ilustrativo de cómo los problemas relacionados con los derechos de la mujer no tienen su origen en el islam, sino en el patriarcado, que aún hoy cuenta con una fuerte presencia en muchas sociedades.”[2]

GLOSARIO Y NOTAS:

[1] Corán: Súra At-Taláq (65), Áya 2
[2] John L. Esposito: Ídem, Pág. 147
[k] Halál: singular neutro; Permitido.
[l] Taláq: singular neutro; Divorcio, literalmente “Arrojar fuera de sí”
[m] Sharí’a: Ley primordial que rige el cosmos reflejo del Principio divino.
[1] Antonio Elorza, El País, 18/03/2004
[2] John L. Esposito, El islam 94 preguntas básicas, Alianza Ed. 2004
[3] Xavière Remacle, Comprendre la culture arabo-musulmane, CBAI, 1997-Bruxelles
[4] Xavière Remacle, Comprendre la culture arabo-musulmane, CBAI, 1997-Bruxelles
[5] John L. Esposito: IDEM, Pág. 121
[6] Ídem, Pág. 122
[7] Ídem, pag. 122
[8] El Mensaje del Qur’an, Junta Islámica, 2001
[9] Ver Ídem, Pág.76-78: ¿Qué es el islam wahhabí?
[10] El Mensaje del Qur’an, Junta Islámica, 2001: Sura 24 An-Núr; 30-31.
[11] John L. Esposito: IDEM, Pág. 133
[12] John L. Esposito: IDEM, Pág. 134
[13] Diccionario de la Lengua española Tomo II Pág. 1632, R.A.E., Ed. Espasa Calpe XXI Ed.
[14] Ídem.
[15] El Mensaje del Qur’an, Junta Islámica, 2001: Sura 4, Áya 3
[16] Ídem: Sura 4, Áya 129
[17] El Mensaje del Qur’an, Junta Islámica, 2001: Sura An-Nisá’(4), Áya 19
[18] Mohamed Kamal Mostapha, La mujer en el Islam, 2000, Ed ?
[19] “Sobre la ilicitud de golpear a la esposa” Abdelmu'min Áya; Revista Verde Islam, Nº 15, 2000, Pág.: 15
[20] Ídem. Pág.: 21
[21]Deut. 24:1-4
[22] Evangelio según San Mateo; 5:32.
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[i] Sunna: singular femenino; Tradición, costumbre, hábito; modo de hacer las cosas de Muhammad.
[ii] Wahhabí: singular masculino, Seguidor de Abdelwahháb líder religioso saudí.
[iii] Súra (azora): singular femenino, Unidad de texto coránico sus capítulos.
[iv] Áya (aleya): singular femenino; Trazo para indicar, señal, unidad mínima del Corán.
[v] Qawwámún: 3ª pers. plural masculino; Responsable de algo o alguien para procurarle lo que le falta.
[vi] Al-amín: singular masculino, título con el que se conocía en Meca a Muhammad antes de la Revelación.
[vii] Fidá’iyya (fidain): singular femenino; Sacrificarse por una causa en la que se cree.
[viii] Shahída: Singular femenino; Testigo o mártir
[ix] Hadíz (hadîz): singular masculino; Relato o noticia, dicese de hechos y dichos del Profeta.
[x] Munáfiqún: plural masculino; los Hipócritas de la fe que dicen lo que no creen.
[xi] Yáhilí: singular masculino; Ignorante, insensato, inmaduro, preislámico
[xii] Makkíya (mekiya): singular femenino; perteneciente a la Meca.
[xiii] Salafiyyún: plural masculino; los que siguen a los Antepasados, al mensaje original.
[xiv] Hiÿáb (hijab): singular masculino; Velo utilizado por musulmanas para cubrirse.
[xv] Muhtaÿibát: plural femenino; las que llevan “hiÿáb” -ver referencia anterior.
[xvi] Zawáÿ l-mut’a: Lit.: matrimonio de disfrute; Contrato matrimonial de duración determinada.
[xvii] Fiqh: Derecho islámico, conocimiento normativo del islam.
[xviii] Kufr: Destruir, ocultar la verdad.

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